Ciudad de México, 27 de agosto (SinEmbargo).– Nueve millones de mexicanos no tienen cobertura de telefonía celular. Es un 8% de la población. Habitan principalmente en comunidades rurales y no están conectados aunque cuenten con la solvencia económica para pagar el servicio, de acuerdo con Ernesto Piedras, director General de The Competitive Intelligence Unit (CIU).
El consultor explicó que las grandes compañías de telecomunicaciones no acceden a estos municipios porque están en un lugar remoto y la cantidad de población y el consumo, no es viable para su modelo de negocio.
“Estas compañías no ofrecen el servicio, porque por lo general en la comunidades rurales, la población es de un nivel económico bajo y el consumo es inferior al que requieren para que sea rentable”, explicó.
Piedras detalló que en el país hay 102.2 millones de líneas de celular, que representan una penetración de 86.3%, la cual aún es baja comparada con otros países de Latinoamérica.
“Si lo comparamos con Argentina, Brasil, Chile y Colombia, que ya rebasaron el 100%, es decir hay más líneas que gente en esos países, nosotros estamos atrasados, significa que hay un segmento de la población sin equipos”, dijo.
La clase alta, media y ciertos segmentos de la baja, están conectados. Sin embargo, en la población rural existe un déficit elevado.
“La clase baja tiene una penetración de 70%: siete de cada 10 pobres están ya conectados, pero 8% de la población del país que aunque tenga el poder adquisitivo y la disposición, no tienen una red comercial que les ofrezca el servicio. Ahí radica parte del problema”, explico Piedras.
VILLA TALEA DE CASTRO ES CASO EXTREMO
El director de CIU indicó que el esfuerzo que realizó el pueblo de Villa Telea de Castro en la Sierra Norte de Oaxaca por acceder a una red de celular alternativa –después de que grandes compañías como Telcel se negaron a ofrecerles el servicio– es admirable, pero no debe ser la ruta a seguir.
“Pensar que una comunidad se llegue a movilizar me parece un caso admirable, pero extremo. Antes que se dé ese tipo de acción colectiva, yo esperaría ver una acción de política pública, que el gobierno les garantice a las comunidades el acceso a la conectividad no como un negocio, sino como algo social. Puede ser a través de subsidios o acuerdos con las compañías de telecomunicaciones”, dijo.
El consultor explicó que el acceso a la conectividad se ha vuelto una necesidad básica, como la educación, salud y vivienda.
“Operar una red de telecomunicaciones es muy complejo, demandante, en término de dinero y tiempo. Yo lo veo complicado, aquí hay un ejercicio que hay que revisar”, dijo. En este contexto, agregó, sería un avance determinar en la Carta Magna, a través de la Reforma de Telecomunicaciones, el derecho fundamental a la conectividad.
“Aunque se refiere más a banda ancha, es importante que ya se esté viendo a la conectividad como un derecho”, subrayó.
La comunidad de Talea de Castro tuvo que pagar un equipo de 300,000 pesos para acceder a su propia red comunitaria, luego de que por años pidieron a las compañías de telefonía la cobertura.
Las empresas se negaban porque el pueblo solo es de 2,500 habitantes y mínimo pedían 5,000 para llevarles la red. Cuando Talea de Castro reunió la cantidad de personas solicitadas con la participación de comunidades vecinas, las empresas les pusieron otro obstáculo: les pidieron que les construyeran un camino de cuatro kilómetros hacia el lugar donde colocarían la antena.
Ante la incapacidad económica de la población, que se dedica a la siembra de maíz, frijol, café y la producción de queso panela, para pagar la construcción de un nuevo camino, los habitantes buscaron y encontraron una opción.
En la comunidad de Talea de Castro se instaló una radiobase celular interna que opera en banda de 900 mHz de uso libre en México, es decir, una red privada que no requiere permiso o concesión; que se conecta a un proveedor de internet y que contrata con un operador VoIP las llamadas salientes.
Peter Bloom, activista de un grupo que se denomina Rhizomatica, organización que ayudó al pueblo a conseguir su red comunitaria, explicó la situación de las localidades indígenas.
“En México existen entre 30 y 85 mil comunidades sin acceso a la telefonía celular. Depende a quién le preguntes, te dan las cifras. Si le preguntas a Movistar, te dicen que 85 mil y si le preguntan a la SCT [Secretaría de Comunicaciones y Transportes], son 50 mil. Lo cierto es que es mucha gente que no tiene cobertura en este país”, dijo.
La población de Talea paga una cuota mensual de 15 pesos por cada habitante para tener acceso a la red, cantidad similar al precio del minuto a Estados Unidos de la caseta de teléfono público del pueblo. Hoy para llamar al país anglosajón pagan a 20 centavos el minuto y a 50 al interior de la República Mexicana.
La banda de frecuencia sobre la que opera actualmente el servicio en Talea no es idónea y es por ello que se solicitó a la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) una concesión para experimentar el comportamiento de equipos en la banda de 850mHz, solicitud que parece viable y está en espera de resolución.
SMARTPHONE A LA ALZA
Por su parte, Peter Bloom recordó que el día que inició la prueba de la red de celular en el pueblo de Villa de Talea había 700 celulares encendidos.
La población ya contaba con un equipo de telefonía móvil, pues lo utilizaba como cámara fotográfica y de video dentro de la comunidad y como teléfono cuando visitaba la ciudad de Oaxaca, el lugar más cercano con cobertura.
“Ya había celulares. Ahora traen una calculadora, linterna, pueden ver y hacer videos, escuchar la radio dentro del pueblo, entonces la gente iba a Oaxaca y lo usaba para comunicarse como cualquiera de nosotros”, dijo el activista.
Ernesto Piedras dijo que en niveles socioeconómicos bajos es común que la población cuente con un teléfono, aunque no tenga acceso a la red.
“Es muy común, la usan para radio y el equipo les satisface otras necesidades, por ejemplo, puede ser que no tengan una cámara fotográfica, pero tienen un teléfono de este tipo”, dijo.
Aunado a este fenómeno, Piedras explicó que los teléfonos inteligentes son cada vez más comunes en la población mexicana.
De acuerdo con las últimas estadísticas, hasta el cierre de primer semestre de 2013, hay en el país 28.9 millones de smartphones y se estima que al cierre del año habrá 35 millones, es decir una penetración de 34%.
“Se calcula que para 2015 el 68% de los celulares serán Smartphone: siete de cada diez equipos en el país serán inteligentes”, dijo Piedras.
El consultor detalló que el crecimiento se disparó a partir de 2010, pues en 2009 había solo 3.8 millones de dispositivos con estas características y para el próximo año, eran ocho millones.
“Para 2011 la cifra creció a 14.5 millones y en 2012 a 24.4 millones. Mucha gente que en 2009 decía no a un teléfono inteligente, especialmente personas de la tercera edad que consideraban innecesario un dispositivo para conectarse a internet, ahora se han convertido en un sí. Hay muchas personas que se adaptaron a las nuevas tecnologías y que ahora ya consultan algunos periódicos en sus teléfonos y ven las fotos que puso el hijo o la nieta en Facebook”, agregó.